En el mundo contemporáneo en el que nos toca vivir, la acumulación de crisis globales que tenemos limita la experiencia de nuestra existencia, la comprime a un paso borroso y pueril, que no define nada y solo pretende existir por la voracidad con la que puede consumir las cosas.
La filosofía con la que nos construimos, choca de lleno con las imposibilidades que el sistema formado por esa misma filosofía nos impone. Los sueños a su interior, se han tornado en pesadillas.
Hoy que se celebra el “Día Internacional de los Pueblos Indígenas” debemos de considerar que no se trata solamente de la visibilización y salvaguarda de grupos culturales dispersos por el mundo. Este día se trata de cada uno de nosotros, sin importar el sentido de identidad que hayamos adoptado, puesto que los sistemas bajo los cuales concebimos nuestras vidas, nuestras sociedades y eventual futuro, han quedado obsoletos y el mundo tal como lo conocemos, no lo soporta más.
La filosofía de los pueblos indígenas ha sido la salvaguarda de múltiples sabidurías y prácticas rituales, que han permitido el desarrollo de la humanidad entera.
Su sistema filosófico entre el mundo natural del cual es parte, imprime equilibrio desde su acción racional de integrarse a este mundo dándole el cuidado necesario por las condiciones naturales gracias a las cuales vive y se alimenta, enriquecíendolo con su acto y conciencia. Todo ello para resumirse en equilibrio físico y espiritual : salud y bienestar, no solo del individuo antropocéntrico, sino del entorno absoluto en el que se vive, e incluso en aquel donde habitamos en el sueño.
Las lenguas indígenas y las categorías de representación y reflexión en la que nos instalan, son un ejercicio epistemológico al que debemos volver, sin exigir estamentos impolutos y puros en su manejo que deban mantenerlas aisladas del contacto de las demás lenguas y culturas existentes, sino como espacios de reconocimiento, organicidad, reciclaje, evolución e involución, penetración y recepción de ideas y posibilidades, que nos permitan imaginar-pensar-meditar-reflexionar-soñar desde otras perspectivas allí mismo donde habíamos llegado al límite de nuestros argumentos actuales.
Desde todos los espacios, y sobretodo desde la producción mediática en general, debemos de indagar al interior de nuestras culturas, en el corazón de cada idioma originario/indígena sobre esa filosofía, será ganancia entera que nos explique como las mujeres y hombres de los pueblos indígenas viven, bajo que equilibrios y contrapesos establecen sus sociedades, como incluso lidian con el tormento en el que son puestas sus condiciones en contra de una mentalidad vampiresca que las empuja al vacío.
Ello nos dará claves y formatos, ideas y costumbres, que nos preparen de mejor forma a los desafíos que debamos de confrontar en un futuro breve y no dejará que nos robe la posibilidad de celebrar nuestra existencia: por sus potencias y maravillas permanentes.
Walter Aparicio R.
Director de cine